Las prácticas restaurativas en la comunidad educativa ayudan a crear un espacio seguro en el que desarrollarse y tener relaciones sanas y sostenibles, solucionando los conflictos que naturalmente surgen.
Las prácticas restaurativas se introducen en los centros educativos a través de rituales sencillos y estructurados que fomentan el aprendizaje en comunidad y ayudan a expresar emociones, tanto en situaciones cotidianas, como difíciles.
Incluso en los supuestos en los que abordamos conflictos concretos o bullying nos enfocamos en el fortalecimiento de las relaciones, ofreciendo un proceso para gestionar el conflicto y restaurar el daño, dando la oportunidad a todos los involucrados de reintegrarse en la comunidad.
Entendiendo que las relaciones son la base para crecer en la vida y la fortaleza de nuestras relaciones influyen en nuestros actos, las prácticas restaurativas nos invitan a enfrentarnos a los conflictos como una oportunidad de crecimiento, aprendizaje y sanación, a ver los aspectos positivos de reintegrarnos en la comunidad tras la vergüenza, a mostrar nuestra vulnerabilidad, a cambiar las conversaciones para tener mejores relaciones, más honestas y duraderas.
Pero, ¿cómo creamos una comunidad educativa fuerte y conectada, un espacio seguro y libre de bullying?
Dando valor a las relaciones y las conversaciones, profundizando en el lenguaje y la comunicación, a través de preguntas restaurativas, bien sea de forma individual, en círculos o reuniones, dedicando tiempo a conocerse, saber del otro, como está, que siente, qué le gusta, en qué está pensando o qué necesita.
¿Y en situaciones de conflicto?
Si nuestra comunidad educativa está familiarizada con las prácticas restaurativas, acudimos a preguntas restaurativas también, hablamos del pasado, del presente y del futuro, enfocándonos en la relación para gestionar lo ocurrido, expresar los sentimientos, en definitiva, avanzar y reintegrarse.
A través de las prácticas restaurativas conseguimos un gran impacto en la comunidad educativa, al conocer el efecto que nuestros actos tienen en los demás, reduciendo el bullying o acoso escolar y los conflictos y aumentando la empatía y la responsabilidad entre todos los integrantes de nuestra comunidad educativa.