Los dos principales objetivos de las prácticas restaurativas son los siguientes:
Un objetivo proactivo, que consiste en fortalecer relaciones y crear una comunidad, cuyo beneficio para un centro escolar es prevención de los conflictos y de los comportamientos inapropiados.
Y un objetivo reactivo, consistente en reparar el daño y restaurar las relaciones, cuyo beneficio es la resolución del conflicto.
Pues bien, el primer paso y el más informal de las prácticas restaurativas son las declaraciones afectivas. Se utilizan de modo informal e inmediato, en las conversaciones que tenemos día a día.
Se trata de que nuestras conversaciones del día a día respecto a problemas de convivencia en el colegio o instituto, sean lo más plenas y conscientes posible.
Para ello, quien realiza la declaración afectiva debe ser específico con lo que ha observado o escuchado, sincero con respecto a sus sentimientos y respetuoso con el alumno, esto es, separando el acto de la persona, sin dar soluciones y por supuesto escuchando su respuesta.
Utilizar esta manera de comunicarse es cultivar una cultura de paz y esto no se consigue en un día, esto es un trabajo de toda la vida.
Son pequeños cambios van produciendo efectos a largo plazo y un impacto positivo en los estudiantes, reduciendo las incidencias y la reincidencia.